domingo, 8 de febrero de 2009

La crisis de los suegros




Los problemas con los suegros están a la cabeza de las áreas conflictivas de los recién casados. Más que cualquier otro problema, los desacuerdos vinculados a los suegros afectan los primeros años del matrimonio.
A los padres les resulta difícil dejar ir a un hijo o una hija, a los cuales han cuidado durante tanto tiempo. Durante las primeras semanas y meses de casamiento, ambas parejas de padres observan el agregado a la familia y juzgan de acuerdo con sus propios niveles de exigencia. Algunos estudios realizados muestran que la madre del esposo puede representar el mayor problema, porque ella se identifica más cercanamente con la función de la esposa y puede volverse crítica de la manera en que otra mujer cumple una función que ella ha manejado exitosamente por años.
Estas son algunas sugerencias que pueden ayudar:
1. Establezcan su propio hogar después del casamiento. No vivan con sus padres, ni siquiera temporariamente. No es posible desarrollar intimidad en la casa de otro, aun cuando los padres prometan dejarlos solos. El vivir con los padres hace que ustedes sientan que no han crecido lo suficiente todavía y pueden sentirse restringidos en muchos aspectos, hasta en el aspecto sexual.
2. Esmérense en el establecimiento de una buena relación con sus suegros. El flamante esposo podría enviar un ramo de flores a su suegra para su cumpleaños. La nuera podría enviarle a su suegra un regalo para el Día de la Madre. Invítenlos a cenar o a salir de noche. Las recompensas pueden ser grandes. Si tratan a sus suegros como amigos, van a descubrir que ellos los van a tratar a ustedes del mismo modo.
3. Acepten a sus suegros como son. Es posible que a ustedes les gustaría hacer algunos cuantos cambios en ellos, pero ocurre que a ellos también les gustaría hacer algunos cambios en ustedes. Concédanles tiempo para ajustarse a ustedes y a la pérdida de su hijo o hija.
Y nunca, nunca, nunca...
discutas las faltas de tu marido o esposa con tus padres;
cites a tu familia o pongas a tus familiares como modelos ante tu cónyuge;
des consejos a tus suegros a no ser que ellos te lo pidan;
hagas de un viaje a casa de tus suegros tus vacaciones;
amenaces con un “Me voy a casa de mamá” o realmente lo cumplas.
Cuando visites a tus suegros, procura que las visitas sean cortas. Si ellos te dan consejos, acéptalos cortésmente. Si te resultan adecuados, síguelos. Y si no, ignóralos. Entra en el matrimonio con una actitud positiva hacia tus suegros. Determínate a gozar de tu familia política.

domingo, 1 de febrero de 2009

Una perspectiva cristiana del sexo


Hasta principios de nuestro siglo, los cristianos generalmente creían que la función primaria de la relación sexual era el de la procreación. Otras consideraciones concernientes a la unidad de la pareja, la relación y el placer, eran consideradas secundarias. Pero ese orden fue invertido en el transcurso del siglo XX. Desde un punto de vista bíblico, la actividad sexual dentro del matrimonio tiene que ver no sólo con la reproducción sino también con la relación personal. Como cristianos, debemos recuperar y mantener el equilibrio bíblico entre estas dos funciones del sexo. La relación sexual es un acto placentero de perfecto intercambio que engendra un sentido de unión, al mismo tiempo que ofrece la posibilidad de traer una nueva vida a este mundo. Debemos reconocer que el sexo es una dádiva divina que puede ser disfrutada legítimamente dentro de los vínculos matrimoniales. Pablo urge a los esposos y a las esposas a consumar sus responsabilidades matrimoniales juntos, porque sus cuerpos no les pertenecen a ellos solamente, sino al otro. Por esa razón, ninguno debe privar al otro de esta relación, a excepción de que haya mutuo consentimiento por un determinado período de tiempo, para dedicarse a la oración. Entonces deben llegarse de nuevo el uno al otro, para no ser tentados por Satanás, por falta de control propio (1 Corintios 7:2-5; ver también Hebreos 13:4).